Las Señales para Identificar el Dolor Emocional y una Propuesta para Reducirlo

 

doloremocional9El dolor emocional es ese dolor interior que nos hace sentir mal, que a veces desconocemos de dónde viene ni qué sucede, pero nuestro interior nos dice que algo no va bien.

Sin embargo, el dolor del que se suele hablar, y el que se suele investigar, es el dolor físico.

Del dolor emocional no se habla con tanta frecuencia, a pesar de que puede ser tanto o más incapacitante que el físico. Y, según recientes estudios, puede “doler físicamente” (la parte del cerebro que procesa el dolor físico también se encarga del dolor emocional).

La pérdida de un ser querido, la ruptura de una relación, un fracaso profesional o el diagnóstico de una enfermedad son motivos para sentir ese dolor emocional. En estos casos, el dolor emocional también tiene un componente adaptativo ante la nueva realidad que se nos presenta y que poco a poco tendremos que ir aceptando, solos o con ayuda.

Pero cabe un riesgo: que se haga crónico.

doloremoconal5Pensemos en esa persona que no es capaz de superar una pérdida o una separación; que no se adapta a su nueva realidad, aunque hayan transcurrido años desde los acontecimientos. Suelen ser personas que se anclan en el pasado, en sus recuerdos, pero de una forma insana, acompañadas casi siempre de un intenso dolor emocional (a veces no identificado, sin precisar), cronificado y que se acompaña por dolores físicos muy diversos y por pensamientos recurrentes sobre lo que pudo ser y no ha sido.

Al margen de estos hechos traumáticos, cualquiera de nosotr@s podemos estar soportando una buena dosis de dolor emocional. Algunos de sus síntomas son: la opresión en el pecho, la sensación de desazón constante, o el dolor de cabeza intenso, un nudo permanente en el estómago, o un cansancio continuo.

Realmente, lo emocional está intimamente ligado a lo físico, al cuerpo, y tiene su lectura en él. Aunque nos cueste admitirlo.

Las personas podemos acostumbrarnos a este tipo de dolor haciéndolo parte de nuestro día a día. Lo padecemos de forma insidiosa, sin percatarnos de cómo va deteriorando nuestra salud, mental y física. Entonces deja de ser adaptativo y pasa a ser una carga, como una mochila que no nos apeamos ni para dormir. Y esto sucede si no lo detectamos.

Un ejemplo habitual lo tenemos en los dolores de cabeza , o en las contracturas musculares, o en el nudo marinero del estómago, cuando van de la mano de situaciones de tensión psicológica mantenida durante mucho tiempo.

doloremocional00Es como si el dolor de cabeza en sí, o esa espalda contracturada no necesitase más justificación («es de las malas posturas, de pasar tanto tiempo sentad@ en el ordenador…»). Pero si nos dicen que tiene un componente psicológico o emocional que lo mantiene…, nos cuesta asumirlo.

 

«Pues yo no me siento estresada… y he cuidado a mi madre encamada durante dos años (mi hermana no se entiende  con ella)… he trabajado horas extras este año para mandar al niño a la universidad… por cierto que sigue llevando las fiambreras a tope de comida que le preparo todas las semanas, a costa de cocinar sábados y domingos para él (y sus compañeros de piso)… bueno y la ropa ya se la plancho yo, que él no se apaña… En el trabajo… como tod@s me preguntan a mí, al final termino haciendo algunas tareas que no me corresponden… así también sé que van como a mí me gusta… y luego están los recaditos para unos y otros… Vaya, lo normal… Lo mío, de psicológico NADA» 

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Nos hemos acostumbrado a un nivel de tensión tan enorme, mantenido en el tiempo, que ni nos damos cuenta de lo que llevamos encima.

Una propuesta para reducir el malestar interno:

1. Elige un día cualquiera y haz un listado de las tareas que realizas en tu rutina diaria, desde que te levantas hasta que te acuestas.

2. Con el listado delante, reflexiona:

  • ¿Todas esas tareas son realmente tu responsabilidad?
  • ¿Hay alguna tarea que realices por disfrute propio, porque te guste hacerla?
  • ¿Hay alguna tarea que realices porque te conviene a ti hacer, y no porque le convengan a otras personas?

Muy a menudo realizamos tareas que no son exactamente de nuestra competencia (por seguir con el ejemplo: planchar la ropa a un hijo universitario o dedicarle el fin de semana a su manutención; o realizar trabajos que corresponden a otr@s) y otras tareas las hacemos porque les conviene a otras personas más que a mí (idem de idem). Podemos seguir poniendo excusas (no…. si a mi no me cuesta… él que estudie..Es que el trabajo tiene que salir) o podemos intentar mejorar nuestro presente. Y, de paso, ayudar a que los de alrededor asuman sus propias responsabilidades.

bienestar33. Si la respuesta a alguna de las preguntas anteriores es NO, quizá estés demasiado pendiente de los intereses de los demás a coste de los tuyos propios.

4. Practica: Puedes introducir pequeños cambios en tu rutina para que las respuestas sean afirmativas. Aprender a delegar y a distribuir tareas es un fantástico comienzo. Otro ejercicio terapéutico que no suele fallar: deja un hueco (aunque sea semanal) para hacer algo que te guste hacer, sin pensar en nadie más.

¡Por tu salud!

2 comentarios sobre “Las Señales para Identificar el Dolor Emocional y una Propuesta para Reducirlo

    1. Normalmente, es necesario hacer una redistribución de tareas, donde el reparto sea más racional. Plantear esa necesidad a las partes implicadas (por ejemplo, a la pareja, a los hijos, o a la compañera de trabajo), pedir posibles propuestas (es interesante buscar implicación desde el principio), ofrecer nosotros también propuestas, y adquirir el compromiso para llevar a cabo el cambio. Es más fácil si empezamos con cambios modestos. Pasado un tiempo, una semana o dos, es bueno revisar si se ha logrado o si hay que incidir en el tema, o cambiar algo de la propuesta.
      Gracias por tu comentario

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