Sin Libertad, no hay Amor.

Se habla de amor como un sentimiento que nos impulsa, nos motiva y nos transforma. Cuando se trata de estar enamoradxs, la química de nuestro cerebro cambia. Por eso nos sentimos «drogadxs» por esa sensación hacia otra persona: no me canso de ella, me parece genial todo lo que dice y lo que hace, la tengo constantemente en mi mente y estoy deseando verla otra vez.

Apunto aquí los tres componentes básicos que tiene el amor, como relación interpersonal y siguiendo al psicólogo Robert Sternberg. Estos componentes son: intimidadpasión y compromiso:

La intimidad, entendida como todo aquello que favorece el acercamiento, el vínculo afectivo en el que compartimos aspectos de nuestra persona que no compartimos con nadie más.

La pasión, como un estado de intenso deseo de unión con la otra persona, la expresión del deseo sexual acompañado de excitación psicológica y de admiración.

El compromiso, la decisión de amar y de respetar a la otra persona, el compromiso por mantener esa relación en los buenos y en los malos momentos. Yo añadiría que se conecta con la confianza en el reconocimiento mutuo y en la decisión de hacer equipo, crear un proyecto vital común.

(Quizá sea el compromiso, como expresión simple de reconocer, respetar a la otra persona, y empatizar con ella, lo que más echo en falta hoy en día en las relaciones interpersonales de cualquier índole).

A partir de estos tres componentes aparecen diferentes tipos de amor, pero me voy a centrar justamente en lo que no es amor, dado que en demasiadas ocasiones topo con relaciones interpersonales en donde estos elementos vienen sustituidos por otros muy distintos:

Componentes del NO-AMOR:

Realmente son la expresión de la propia inseguridad, y no tienen que ver con el amor hacia los demás. Mi propia inseguridad hace que me muestre controladora de lo que hace la otra persona, derivando en relaciones posesivas y asfixiantes. Pasamos a ser policías de las personas.

Es una forma de actuar en la que la persona quiere lograr sus objetivos a toda costa, aunque sea a costa del bienestar de los demás, y lo hace de forma habitual. En un equipo que funciona, cada integrante aporta su parte y la compatibiliza con las de los demás miembros. El chantaje emocional anula al equipo en sí, y hace que prevalezca siempre lo que su parte quiere. Lo consigue haciendo sentir mal/culpable a las otras personas.

Es un síntoma de la falta de autoestima que hace que me aferre a la otra persona, aún cuando me esté haciendo mucho daño. Con frecuencia se da en personas que han sufrido experiencias adversas e invalidantes en su vida, como el estar expuesta a una constante crítica por parte de las personas más importantes (familiares, parejas, «amistades»). Cuando soy dependiente de otra persona mantengo la creencia errónea de que no soy nadie sin ella, y esa creencia me paraliza a la hora de buscar el propio bienestar fuera de la relación.

Es un componente muy potente para mantenernos en relaciones poco constructivas. En nuestro contexto social aún pesan mucho las opiniones del entorno, las creencias que hemos aprendido y que a veces mantienen situaciones relacionales muy dañinas para el desarrollo personal. El amor hacia las personas no significa sólo sacrificio desgarrador, porque quizás no estemos hablando realmente de amor y sea otra cosa. El amor permite un equilibrio en el que cabemos cada persona, con sus peculiaridades y diferencias, sin dejar de ser nosotras mismas.

A lo mejor, para disfrutar de un buen amor necesitemos primero aprender a disfrutar de esa libertad personal para ser nosotros mismos.

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